La rápida visita de Mike Pence, el vicepresidente de EEUU, a Al Anbar, y concretamente a la base de Ain al Assad, donde se reunió con tropas norteamericanas, ha sido patética. Rechazado y humillado cuando las autoridades iraquíes se negaron a recibirlo, Pence comenzó a amenazar al Estado iraquí y a insultar a Irán.
El Ejército iraquí que, antes del Daesh estaba infiltrado en gran medida por agentes estadounidenses, ya no es lo que era desde que Hashid al Shaabi se fusionó con él. Las unidades antiterroristas de Iraq, creadas por el Pentágono, han visto recientemente sus cuentas eliminada en Instagram y Facebook. De este modo, el edificio levantado por los estadounidenses se está agrietando en Iraq.
Tan pronto como subió al avión que se suponía lo llevaría de regreso a EEUU, Mike Pence tuvo la desagradable sorpresa de conocer el inicio de una gran operación de la Resistencia iraquí en Al Anbar, la provincia donde el Pentágono ha estado haciendo todo durante meses para sembrar la discordia dentro de los Hashid al Shaabi sunníes y shiíes, pero sin éxito.
“Durante una operación especial, y en base a la información proporcionada por el Departamento de Inteligencia Militar de la División 10ª, se identificó una célula terrorista y los 17 miembros que la componían fueron arrestados mientras operaban en varios lugares de la provincia de Al Anbar”, dijo una declaración de los servicios de inteligencia iraquíes.
La División 10ª de Inteligencia Militar descubrió un depósito de artefactos explosivos y sistemas de comunicación en la región de Anah Wadi al Kasr, en la misma provincia, y por supuesto, todo este material fue incautado. El texto no explica el contenido de los documentos incautados durante esta operación, pero la mano de la CIA no está ausente.
Al mismo tiempo, mientras el ejército estadounidense observaba cómo el avión de Pence abandonaba el cielo de Al Anbar, evitando cuidadosamente el espacio aéreo de Bagdad, los aviones de la Fuerza Aérea iraquí llevaron a cabo extensos ataques contra los reductos de terroristas del Daesh en la provincia de Salahuddin independientemente de los estadounidenses. Por improbable que antes pareciera, el cielo iraquí está comenzando a salir lentamente del control de EEUU, especialmente desde que el primer ministro Adel Abdel Mahdi se acercó a Rusia y se fue a China, sin tener en cuenta las quejas de EEUU transmitidas a través de su embajada.
El Ejército iraquí anunció, el domingo 24 de noviembre, que cazas de la aviación iraquí habían atacado un escondite de daeshistas en una aldea en Salahuddine y que habían matado a los terroristas que se encontraban allí.
Con el fin de detener la infiltración de daeshistas desde las fronteras sirias, Bagdad ha fortalecido desde hace algún tiempo sus posiciones en partes de las provincias de Al Anbar y Nínive. En el mismo contexto, la policía fronteriza ha establecido nuevas fortificaciones de seguridad a lo largo de la frontera que separa a los dos países.
En una entrevista, Mohammed Mahdi al Bayati, ex ministro iraquí de Derechos Humanos, dijo: “Está muy claro que las manifestaciones ocurridas en Iraq tuvieron el apoyo de la embajada de EEUU en Bagdad. Informes de inteligencia iraquíes dijeron que la embajada de EEUU había capacitado a más de 500 jóvenes en Jordania, Erbil y Omán, y que ellos recibieron 5.000 dólares mensuales de la embajada para provocar y liderar disturbios en Iraq… El juego, sin embargo, se ha terminado. Al negarse a otorgar una audiencia al número dos estadounidense, Bagdad ha demostrado que la era posterior a Daesh no tiene nada que ver con la que la precedió.”